Hola, papá. ¿Cómo estás? Yo bien. En casa. Hace un día bastante frío. Parece mentira que solo sea 4 de octubre.
Esta mañana he bajado al rastro. Es el día de la sonrisa. Sonríamos entonces. Hacía años que no pisaba por allí, pero ha sido divertido pasear entre los puestos de vendedores ambulantes.
Me recordaba a aquellos domingos cuando bajábamos juntos en el bus. Te gustaba ir a los puestos de libros antiguos e ir mirando uno a uno los ejemplares. Te podías pasar horas allí.
Yo era más de ver puestos de bisutería, complementos y esas cosas, pero lo mejor es que estábamos juntos los dos.
Luego llegaba la hora del aperitivo. Siempre íbamos a algún chiringuito para tomar el aperitivo tranquilamente. Se pasaban rápido los domingos.
También me acerqué a la Catedral. Lucía hermosa. En el cielo había unas tímidas nubes blancas, que zigzageaban sobre la zona monumental.
Había bastante gente. Turistas, caminantes mañaneros, como yo… De todo un poco. Ya sabes. Salamanca se me queda chica para caminar, pero con el solito parece que se lleva algo mejor.
Ahora mismo corre mucho viento. Continúa la ciclogénesis explosiva. Sólo cabe esperar que no salgamos volando (es broma).
Bueno pituco. Te dejo por hoy. ¡Cuídate mucho y cuida de mi princesa! ¡Os quiero! ❤️
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