¡Hola, papá! ¿Cómo estás? Yo bien. En casa. Todo tranquilo. Como el refrán dice que hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo, hoy ha amanecido un día lluvioso y gris.
Ahora mismo diluvia. Las calles están vacías y se respira una tranquilidad infinita.
Hoy me he despertado tarde y no sé si haré un poco de ejercicio o no. Tanta caminata en los últimos días, me ha dejado un poco cansada. Así que igual hoy me tomo jornada de descanso. No sé. Me he despertado tarde y aún estoy un poco adormilada.
Me vienen muchos recuerdos a la cabeza, pero hay uno que quiero contar, porque me acordé anoche y sonreí.
Un día de Reyes íbamos paseando por Azafranal. En un escaparate vi un Pato Donald con música. Lo miré y te dije que era precioso.
Tú, como siempre, Quisiste complacer mis gustos. Cuando yo ya me había marchado, entraste en la tienda y lo compraste. Los escondiste debajo de tu cama y allí se quedó.
Amaneció la jornada de los Reyes Magos y, como somos igual de despistados, ni te volviste a acordar.
Ya en la comida, cuando habíamos partido el roscón, comenté lo bonito que era el peluche y entonces me dijiste que te fuera a buscar unas zapatillas a tu habitación.
Al levantar la colcha, allí estaba mi regalo. Se te había olvidado colocarlo en mi zapato. ¡Tenemos los dos la misma cabeza loca! 🤣
La locura no tiene cura. Por fortuna. ¡Ay, papá! ¡Qué tiempos tan hermosos! ¡Qué grandes recuerdos! ¡Qué felicidad infinita a vuestro lado!
Como dice la canción de José Manuel Soto: ¡Qué mala suerte, que ya no pueda volver a verte!, aunque os llevo siempre en mi corazón.
¡Bueno, pituco! ¡Cuídate mucho y cuida de mi princesa! ¡Os quiero! ❤️
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