¡Hola, papá! 11 de septiembre. Una fecha que hace 18 años marcó un antes y un después en la historia, negra en este caso, de la humanidad. A las tres de la tarde un avión comercial se estrellaba contra una de las torres gemelas de Nueva York. Pocos minutos después lo hacía la otra.
¿No te he preguntado cómo estás? Seguro que rememorando ese trágico episodio que nos dejó a todos con el corazón petrificado. Además, cosa extraña, no estábamos juntos para compartir esos impactantes momentos.
Yo estaba en Valladolid, comiendo en La Criolla, uno de mis restaurantes favoritos, cuando Marta llamó para avanzarnos algo del caos que se estaba produciendo en Estados Unidos, y que estaban contando en riguroso directo Matías Prats y Olga Viza. Ojiplática, sólo pensaba quién podía ser el malnacido que hubiera cometido semejante atrocidad.
Pasaron varias horas hasta que regresé a tu vera (siempre a la verita tuya), pero el camino de retorno, fue un auténtico infierno. Traía la radio puesta. Hacía un bochorno insoportable, a pesar de ser cerca de las 10 de la noche, y las noticias eran cada vez más demoledoras.
Recuerdo que el miedo se iba apoderando de mí a cada kilómetro que recorría. Fue una sensación tan extraña. Parecía como si vinieran contándome una película de terror que, por desgracia, era real, y terminó con la vida de miles de personas,
Llegué a Salamanca. Me esperabas, también con el rostro compungido, en el Toscano, En la mesa tenías una cerveza fría y un periódico vespertino, edición especial, donde comenzaban a ofrecerse los primeros datos que se iban conociendo de forma ofiicial. Un nombre, el de Bin Laden, comenzó a sonar con fuerza como cerebro de aquella masacre,
Fue una noche larga, muy larga. De muchísima incertidumbre, de terror. Nada comparado con el día siguiente, cuando comenzaron a difundirse imágenes de personas inocentes, trabajadores del World Trade Center, que se lanzaban al vacío esperando una red, que en muchos casos no llegó, pero que preferían eso a morir quemados en los edificios, devorados por las llamas, antes de partirse en dos.
Un auténtico caos, que hoy todo el mundo recuerda, a pesar del maravilloso rascacielos construido en la zona cero, y donde están inscritos los nombres de todos los que perdieron la vida allí.
Como contrapunto a tanta desgracia, hoy, mi amor, hace ya cuatro años, cumplía la promesa que le hice a Marco Simoncelli cuando murió el 23 de octubre de 2011 en Sepang. Otra jornada para no olvidar, en la que lágrimas y risas brotaban a partes iguales y en la que pude despedirme de él como siempre había soñado. Bueno, no. Hubiera preferido decirle en persona todo aquellos que dejé escrito en el libro de firmas de ‘La Storia del Sic’. Pero la vida es así. Hay que seguir con una sonrisa, recordando, siempre, que fui la mujer más afortunada del mundo por poderte disfrutar 24 horas al día. en los ratos buenos y en los no tan buenos, que es realmente cuando hay que estar.
Bueno, mi amor, te dejo ya, que tengo la mañana un poco liada y quiero que tú también estés tranquilo y relajado dando un paseíto y degustando después un aperitivo. Brindemos por los reecuentros. Sobre todo por el tuyo y el mío. Como el futuro es impredecible, no sé si será pronto o tarde, pero será mágico y te daré un abrazo tan fuerte que te romperé tres costillas. Cuídate mucho, mi amor. ¡Te quiero, papá!
Querida Patricia, muchas gracias por seguirme. Quería expresarte mi más sentido pésame.
Mi padre murió el 14 de febrero y ha sido, como para ti, la pérdida más grande de mi vida.
Que foto más hermosa, tu homenaje es de una belleza inestimable.
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Muchas gracias. La verdad es que perder a mi padre es lo peor que me ha pasado en la vida, pero me han enseñado a mirar hacia adelante sonriendo. Y así lo hago. Siento mucho lo del tuyo también. Te envío mucha fuerza y te deseo lo mejor. Un abrazo fuerte 🌹
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Gracias preciosa por tu optimismo. Un abrazo igualmente🥰
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