Hola, papá! ¿Cómo estás? Sonriendo, espero. Como lo hago yo. ¿Sabes lo que he encontrado hoy?
Sí. Es una foto de la mermelada casera que elaboraba con las moras que recogíamos en las mañanas de septiembre por las zarzas cercanas a la piscina de Tejares.
El dulce de este exquisito manjar y como contraste el licor de moras con aguardiente de más de 50 grados de alcohol 😵🤪.
Una auténtica bomba de relojería, sólo para valientes. Un digestivo en estado puro. Menos mal que no había un mechero cerca, porque seguramente que hubiéramos ardido.
La receta de la mermelada era fácil, pero su elaboración llevaba mucho tiempo. Comprábamos los tarros de cristal. Había que hervirlos su uso y luego, una vez rellenos, dejarlos reposar toda la noche para que quedaran envasados al vacío.
Te encantaba quitarme la cuchara de madera y sentirte cocinero. Metías la nariz en la cazuela para disfrutar del aroma. Y luego se los regalábamos a los amigos.
Seguramente te tirabas el ‘pisto’ y contabas que lo habías hecho tú 😆. Menudo cocinillas. Entre fogones te movías con la misma soltura que bailando. ¡El rey de la pista!
Bueno, mi vida. Te dejo por hoy, que tengo que seguir con mis labores estivales. ¡Cuídate mucho! Te quiero, papá ❤️
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